Los presagios más funestos y los llamamientos más desesperados llenaron la tribuna de líderes mundiales en el primer día de la cumbre del clima COP26, sin que, por el contrario, abundasen grandes anuncios que permitan vislumbrar más cerca la meta de limitar el calentamiento global a 1,5 grados centígrados.
El tono de la reunión que acoge en Glasgow (Reino Unido) a unos 120 líderes mundiales para lanzar las negociaciones políticas que la COP mantendrá durante dos semanas es grave y sombrío, a la altura de una situación que la comunidad científica considera alarmante.
Desde las alusiones al «día del Juicio Final» con las que el anfitrión, Boris Johnson, abrió las sesiones hasta la «amenaza existencial» citada por el presidente estadounidense, Joe Biden, o las apelaciones a «dejar de cavar nuestra propia tumba» del secretario general de la ONU, Antònio Guterres, los mandatarios internacionales dejaron claro que se trata de un asunto de vida o muerte.
Prácticamente todos los jefes de Estado o Gobierno que desfilaron por el plenario (mañana continuarán los discursos de quienes aún no lo han hecho) coincidieron en reclamar una mayor ambición de cara a conseguir las cero emisiones netas antes de 2050, vital para conservar vivo el objetivo de los 1,5 grados a final de siglo.
LA INDIA, EL ANUCIO MÁS SIGNIFICATIVO
El mayor anuncio de la jornada, que realizó el primer ministro indio, Narendra Modi, fue recibido con alegría, aunque paradójicamente complica las posibilidades de alcanzar la meta. La India, dijo Modi, prevé alcanzar la neutralidad de carbono en 2070, dos décadas más tarde de lo que pide la ONU.
Además, el gigante asiático -tercer mayor emisor de carbono- aspira a que para 2030 la mitad de su consumo energético provenga de las renovables y pretende reducir su uso del carbón en un 45 % antes de ese mismo año.
Se trata de la primera vez que la India se marca un plazo para llegar a la neutralidad de carbono, y además plantea una hoja de ruta para alcanzarla, aunque las urgencias por acelerar los tiempos hacen que todavía quede lejos de lo requerido por la ONU.
LAS PETICIONES DE LOS MAYORES CONTAMINANTES
El regreso de Estados Unidos al tablero medioambiental -tras la etapa negacionista de Donald Trump- era uno de los acontecimientos más esperados de la COP. El presidente estadounidense, Joe Biden, apremió a actuar esta misma década con ambición, de forma que todavía se puedan mitigar los efectos fatales del calentamiento global.
«Esta es la década que determinará las próximas generaciones. Es la década decisiva en la que tenemos la oportunidad de demostrarnos que podemos mantener el objetivo de (limitar el calentamiento a) 1,5 grados», dijo en su intervención.
Pese a todo, enfrascado en su propio país con el Congreso para sacar adelante sus planes medioambientales, Biden no ofreció compromisos adicionales a los que ya ha realizado anteriormente.
Tampoco ofreció grandes anuncios el país más contaminante del planeta, China, cuyo presidente, Xi Jinping, reclamó en una intervención por escrito que los Estados más ricos aumenten su ayuda a los que todavía necesitan en muchos casos recurrir a los combustibles fósiles.
«Los países desarrollados no solo deben hacer más esfuerzos por sí mismos, sino que también deben brindar apoyo a los países en desarrollo», indicó el mandatario, que no ha salido de China desde principios de 2020 debido a la pandemia de coronavirus.
Su ausencia, que se unió a la de otros dirigentes como el ruso Vladímir Putin, el brasileño Jair Bolsonaro o el mexicano Andrés Manuel López Obrador, fue criticada por algunos responsables, como la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.
PRECIO AL CARBONO
Una de las demandas más escuchadas, sobre todo por boca de los países europeos, es la presión por gravar las emisiones de dióxido de carbono, algo que unió a la canciller alemana, al príncipe Carlos de Inglaterra y a la propia Von der Leyen.
También lanzó una iniciativa concreta el presidente francés, Emmanuel Macron, al pedir que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) se encargue de verificar anualmente que las transferencias financieras de los Estados ricos efectivamente lleguen a los países en desarrollo para hacer frente al cambio climático.
Pero por encima de todos esos discursos planeó ominosa la sombra de un fracaso que todo el mundo teme aunque nadie se atreve a vaticinar.
Con especial dureza resonó la voz de Guterres, quien pidió a la comunidad internacional reaccionar de inmediato para recortar las emisiones en al menos un 45 % para 2030 y así evitar «cavar nuestra propia tumba».
«Es el momento de decir basta. Basta de brutalizar la biodiversidad, basta de matarnos a nosotros mismos con carbono, basta de tratar a la naturaleza como una letrina (…) y de cavar nuestra propia tumba», dijo.
Fiel a su estilo metafórico, Johnson recurrió a la figura del «hijo más ilustre de Escocia», el superespía James Bond, para hacer una analogía entre sus aventuras de la ficción dirigidas a salvar el mundo y la amenaza real para el planeta que supone el cambio climático por la acción humana.
Las prevenciones obligadas por la covid-19, en un megaevento de unas dimensiones con escaso parangón en el mundo, provocó momentos de zozobra entre las decenas de miles de asistentes a la COP26, obligados en muchos casos a soportar hasta dos horas de espera bajo la inclemente meteorología escocesa
Efe